Nosotros contra ellos: la agresión al grupo rival aumenta la actividad en los circuitos de recompensa cerebrales.

  • Entrada publicada:21 diciembre, 2022
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Los seres humanos tienden a clasificar a las personas en los llamados grupos internos y grupos externos. Este impulso tiene muchas consecuencias; la principal es que el encasillamiento de un “nosotros” y un “ellos” conlleva en general al conflicto y hostilidad entre grupos rivales. Se sabe además que la agresión humana es más severa contra los miembros de un grupo si éste es considerado externo.

Llamamos agresión a cualquier intento deliberado de dañar a otras personas en contra de su voluntad. Aunque puede ocurrir con todo tipo de víctimas, a menudo se inflige preferentemente a personas que los humanos perciben como miembros de grupos por los que sienten aversión. A los agresores a menudo les motiva el deseo de defender a su grupo interno, responder a daños percibidos contra su grupo, o competir por los recursos.

¿Y qué mueve a las personas a dañar a aquellos que pertenecen a grupos opuestos? En un momento actual de profundas divisiones sociales y conflictos globales, es crucial tratar de comprender el porqué de esta voluntad de agredir al grupo de “ellos”.

Un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Virginia utilizó tecnología de imágenes cerebrales para tratar de explicar este comportamiento, y encontraron una llamativa respuesta: este tipo de conductas aumentan la actividad en la red de recompensa del cerebro.

Para investigar la agresión contra los miembros del grupo externo y las consecuencias de la exclusión intergrupal, los investigadores llevaron a cabo un estudio de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) que simuló un encuentro antagónico competitivo entre los participantes y los miembros del grupo interno y externo: hicieron que 35 estudiantes universitarios completaran una tarea competitiva contra dos tipos de estudiantes: uno de su universidad y otro de una supuesta universidad rival, pero que era en realidad un programa de computadora.

Observaron que los participantes agresivos con los estudiantes de una universidad rival exhiben una mayor actividad en las regiones centrales del circuito de recompensa del cerebro⁠: el núcleo accumbens y la corteza prefrontal ventromedial, así como en el cuerpo estriado ventral. La agresión hacia los miembros del grupo externo también se relacionó con una mayor actividad en la corteza prefrontal medial rostral y dorsal durante la provocación de su oponente del grupo externo. Esta área del cerebro implicada en el estudio no solo está asociada con la recompensa, sino que también está involucrada en otros procesos psicológicos como el aprendizaje, la motivación y la identidad.

¿Por qué persisten los conflictos intergrupales en el mundo actual? Los hallazgos publicados sugieren que la agresión hacia los miembros del exogrupo tiene una sólida base cerebral que refleja complejos procesos psicológicos involucrados en tal hostilidad entre grupos y que además es gratificante y está asociado con la experiencia de emociones positivas. El sistema de recompensa notifica la presencia de una sensación placentera. Si la persona tiene un comportamiento determinado que evidencie esta sensación, se incrementará la probabilidad de que ocurra la respuesta. Por lo tanto, esta será parte del repertorio conductual.

El hecho de que las emociones positivas pueden desempeñar un papel en la motivación de la agresión intergrupal sugiere nuevas direcciones para futuras investigaciones sobre este tema y posibles intervenciones que buscan reducir el conflicto grupal. El conocimiento de los circuitos frontoestriatales involucrados en el procesamiento de recompensas y cognición social, puede ayudar a comprender qué lleva a la violencia grupal y a plantear propuestas de intervención mediante técnicas de psicoeducación que ayuden a tomar conciencia de una conducta determinada y de sus consecuencias.

Referencia:
• Lasko, E. N., Dagher, A. C., West, S. J., & Chester, D. S. (2022). Neural mechanisms of intergroup exclusion and retaliatory aggression. Social neuroscience, 17(4), 339–351. https://doi.org/10.1080/17470919.2022.2086617

Autora: Dra. Sara Sanz Blasco
• Investigadora del CONICET. Instituto de Investigaciones Farmacológicas (ININFA) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires.
• Postdoctoral en el Neuroscience and Aging Research Center del Instituto Sanford Burnham Prebys, San Diego, California.
• Doctora en Fisiología, Instituto de Biología y Genética Molecular, Facultad de Medicina, Universidad de Valladolid.
• Licenciada en Ciencias Químicas, Facultad de Ciencias, Universidad de Valladolid.
• Autora y coautora de más de 20 publicaciones científicas en el campo de las enfermedades neurodegenerativas.

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