Nadie duda de que los smartphones llegaron a nuestras vidas para quedarse. Tan fuerte es su presencia que vayamos adonde vayamos (un restaurant, una sala de espera, un shopping, etc.), si nos proponemos mirar a nuestro alrededor, veremos que la gran mayoría de las personas –por no decir todas– están con sus teléfonos.
De hecho, muchos sentimos que cuando nos olvidamos nuestro celular nos falta algo imprescindible y volvemos a casa a buscarlo. Incluso nos preguntamos si nuestros móviles afectan la vida de relación cara a cara y los científicos no están ajenos a esta cuestión.
Kostadin Kushlev, de la Universidad de Georgetown, está entre los profesionales que buscan respuestas a este interrogante. Junto con su equipo trabajó con parejas de estudiantes universitarios que no se conocían. Citaban a los jóvenes en su laboratorio y de manera aleatoria a algunos se les pedía que no llevaran sus celulares.
Cuando los estudiantes llegaban, ingresaban en una pequeña sala de espera y se les informaba que los investigadores estaban retrasados para que permanecieran un tiempo en ese lugar.
Sin que lo supieran, sus rostros eran grabados. Luego, se les pedía que informaran cómo se habían sentido durante el tiempo de espera y, en el caso de haber conversado con el otro participante, cómo habían percibido esa interacción social.
Posteriormente los investigadores estudiaban las cintas grabadas y hacían foco en las sonrisas de las personas que habían interactuado. Para ello, midieron frecuencia y tiempo de estas y, conjuntamente, evaluaban si eran auténticas o sociales.
Las sonrisas sociales surgen cuando las normas socioculturales nos dicen que debemos ser corteses. Si bien no producen la misma respuesta que las genuinas, sin lugar a dudas nos resultan agradables y por ello las usamos: forman parte de nuestra vida social como un mensaje de respeto y aceptación. En la sonrisa genuina o de Duchenne, denominada de este modo en honor al especialista francés que la identificó, se elevan las mejillas y se contrae un número de pequeños músculos que se encuentran rodeando la cavidad orbital del ojo. Esto produce las conocidas “patas de gallo”, que rara vez se consiguen con la sonrisa social.
Los profesionales pudieron observar que las personas con teléfonos exhibieron menos sonrisas en general, un número menor de sonrisas genuinas y, además, pasaron el 30% menos del tiempo sonriendo que las personas que no tenían con ellas. Esto indicó menor interés por la persona con quien compartieron la sala de espera o que el celular no permitía que surgiera la necesidad de conectarse con otros.
Se tomó la sonrisa como medición debido a que es parte de nuestra conducta social, nos muestra amigables, confiables y nos permite crear nuevos lazos sociales.
Otro trabajo, liderado por Shalini Misra, profesora asistente en Virginia Tech, presentó que la ausencia de tecnologías de comunicación móvil llevó a que las personas investigadas calificaran como significativamente superiores en comparación con las de la presencia de un dispositivo móvil. Sus conversaciones con otras personas fueron más significativas, más allá de los efectos de la edad, el género, el origen étnico y el estado de ánimo.
Nadie duda sobre los aspectos muy positivos que tiene la tecnología. Sin embargo, ambos estudios nos permiten reflexionar y preguntarnos si cuando usamos los celulares no estamos limitando nuestra capacidad de establecer vínculos de forma directa. Si unimos esto con otros trabajos que marcan lo importante que es para nosotros la vida de relación, tal vez deberíamos pensar en el modo de encontrar un sano equilibrio entre nuestros celulares, las conexiones virtuales y nuestra conexión real con los demás.
Bibliografía:
Kushlev, J., Hunter, J. F., Proulx, J., Pressman, S. D., & Dunn, L. (2019). Smartphones reduce smiles between strangers. Computers in Human Behavior, 91, 12-16. https://doi.org/10.1016/j.chb.2018.09.023
Misra, S., Cheng, L., Genevie, J., & Yuan, M. (2014). The iPhone Effect: The Quality of In-Person Social Interactions in the Presence of Mobile Devices. Environment and Behavior, 48(2), 275-298. https://doi.org/10.1177/0013916514539755
Ward, A. F., Duke, K., Gneezy, A., & Bos, M. W. (2017). Brain Drain: The Mere Presence of One’s Own Smartphone Reduces Available Cognitive Capacity. Journal of the Association for Consumer Research, 2, 140-154. https://doi.org/10.1086/691462
Autor: Dr. Carlos Logatt Grabner
Fundador de Asociación Educar para el Desarrollo Humano.
Médico, Universidad de Buenos Aires.
Máster en Neurociencia y Biología del Comportamiento, Universidad de Murcia.